El undécimo Ja! coincidió con el año más duro de la pandemia. Tuvimos suerte y en las fechas del festival hubo una disminución de contagios. Ya antes de esa relativa bonanza en Bilbao habíamos decidido hacer el festival con invitados y público en la sala. La fortuna favorece a los audaces, afirma Virgilio, y la jugada salió bien. La ciudadanía premió nuestra insensatez y acudió a los actos deseosa de eventos y de humor tras el encierro. Valoramos mucho, por ejemplo, que en esas circunstancias respondiera a nuestra llamada el profesor Carlos García Gual. El cartel de la edición fue un arca de Noé, que nos dibujó con su buen oficio Asier Sanz, para refugio y solaz del personal festivalero.
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