El segundo año. No se nos ha olvidado que en las fechas de la edición (siempre al comienzo del otoño) hizo un calor sofocante, como de presagio del cambio climático. Tuvimos el único espectáculo de calle con que hemos contado. Ante el Teatro Arriaga, a la caída de la noche, actuó la orquesta móvil y flamígera Le Snob; fue mágico. El premio se lo dimos a Francisco Ibáñez. Entonces montábamos una gran carpa en El Arenal para distintos usos. En ella, el bueno de Ibáñez, con una inmensa cola de fans, estuvo firmando ejemplares (un dibujo en cada uno) durante tres horas. No se levantó ni para ir al servicio. Y no siguió más tiempo porque nos lo tuvimos que llevar pitando al aeropuerto para que no perdiera el avión.